lunes, 12 de diciembre de 2016

¿Cómo aprendemos a escribir?

Imagina que es la primera vez que cocinas y tienes que elaborar un plato para unos invitados que vienen a comer hoy a tu casa. Nunca has cocinado, pero eso no importa por dos razones: primero, no tienes escapatoria, ¡ya te has comprometido!; segundo, eres una persona valiente y estás dispuesto a hacer lo posible para satisfacer a tus comensales. ¿Qué harás? ¿experimentarás y te dejarás guiar por tus habilidades innatas?, ¿o quizás buscarás una receta de cocina para facilitar este proceso?
Muchos os preguntaréis qué relación cabe entre la cocina y la escritura, y es que aunque los resultados son distintos el proceso de elaboración puede que no diste tanto de uno a otro.   



Cassany (2011) nos acerca a la escritura desde el punto de vista del escritor experimentado y el más inexperto. Lo hace para demostrar que hay dos formas muy diferentes de hacer frente a la redacción de un texto. Lógicamente el escritor con menos experiencia no será consciente de los pasos más adecuados que debe seguir para la elaboración de un texto. Del mismo modo, un cocinero inexperto no sabrá el procedimiento que debe seguir para obtener un delicioso plato y lo más lógico es que opte por seguir una receta culinaria. 
Podría decirse que, en líneas generales, el escritor inexperto, al igual que el cocinero inexperto, hará más uso de sus instintos y no tanto de la técnica. De esta manera podrían obtener de forma arbitraria un excelente escrito o un plato realmente sabroso, pero ¿serían realmente capaces de volver a repetir la una tarea de semejante calidad la próxima vez que lo intentaran?, ¿o será más bien fruto del azar que hayan obtenido buenos resultados?

En mi opinión, todo proceso puede ser mejorado siempre que esté sistematizado. El cocinero debe conocer bien los productos, sus combinaciones y la forma de elaborar  y presentar platos. Solo desde una base sólida podrá ir perfeccionando su técnica hasta lograr verdaderas obras de arte culinarias. En esta misma línea, Cassany (2011) nos muestra cómo debemos enfrentarnos a la redacción de un texto para que sea un proceso sistematizado, mediante el conocimiento de unas técnicas y estrategias, y no raíz del azar y una técnica empobrecida.

Las estrategias más elementales que un buen escritor debe conocer son:
  • Adecuar el texto a los lectores y no que los lectores se tengan que adecuar a nuestra manera de escribir. 
  •  Planificar la estructura del texto sabiendo que este proceso necesita su tiempo. Aunque pueda parecer una pérdida de energía, el haber hecho una buena planificación repercutirá directamente sobre el resultado final.
  •  Parar en el proceso, nos ayudará a observar los resultados obtenidos y a hacer una autocrítica del trabajo realizadas.
  • Las correcciones, que sin duda tomarán lugar después del paso anterior, no deben consistir en la corrección de fallos formales ya que esto puede entorpecer la fluidez de la creatividad. Los expertos dejarán los aspectos formales para lo último, una vez hayan satisfecho el contenido ya que la obsesión por la puntuación y ortografía puede cortar el flujo de la creatividad.
  • La estructura de un texto para los más experimentados es modificable en cualquier punto del proceso de creación. Se trata de que la escritura sea una herramienta al servicio de nuestras ideas y no al revés.
A parte de estas pautas básicas el autor nos recomienda ser conscientes de la existencia de las estrategias de apoyo. Estas son habilidades que nos ayudarán a combatir las deficiencias (de contenido, textuales, gramaticales o léxicas) de nuestros escritos. Habilidades tales como el uso del diccionario, manipulación de fuentes externas, reglas mnemotécnicas para recordar información aprendida etc.

Por último, debemos tener en cuenta la estrecha relación que hay entre la lectura y escritura. El buen lector es capaz de desglosar el escrito y resumir y esquematizar las ideas de forma completa sacando lo más importante del texto. El proceso inverso es el que debe seguir el buen escritor, quien a partir de unos esquemas mentales es capaz de dar a luz un texto con la intención de comunicar de la forma más precisa sus ideas o conocimientos. 

Ya hemos visto que la cocina y la escritura no distan tanto la una de la otra como en un principio habíamos pensado. Para elaborar un buen plato al igual que un texto necesitaremos saber para quién cocinamos (quién nos lee), qué receta seguiremos (estructura inicial) qué recipiente contendrá el contenido (qué tema), qué estilo de comida (discurso) realizaremos para elegir bien los ingredientes (adecuar el vocabulario y la gramática) y de vez en cuándo ir probando para ver si falta sal (relectura y corrección). 


Con el objetivo de que medites sobre la importancia del proceso de escritura te recomendamos que realices la actividad que se propone  a continuación: